En el texto Platón está criticando la concepción que con respecto a la educación tienen los sofistas.
Al exponer su manera de entender la educación, mantiene que los alumnos deben apartarse de lo que nace y hallarse en condiciones de afrontar la contemplación del ser. Como trasfondo y fundamento de esta teoría educativa encontramos la concepción de la realidad de Platón, su ontología dualista.
Para Platón hay dos realidades o dos mundos, el mundo de las cosas en el que nos encontramos ahora, corpóreo, material e imperfecto. En él todo cambia y se mueve, todo nace y muere. Es un mundo de sombras y apariencias situado al fondo de la caverna al que nuestro cuerpo nos aprisiona. Platón admite la existencia de un segundo mundo celeste y perfecto, es el mundo de las ideas o híper uranós. Está formado por ideas o esencias separadas, que son el verdadero ser de las cosas. Si las cosas (apariencias o sombras) son algo, es porque imitan o participan de las ideas. Las ideas son el fundamento del ser y del conocer de toda la realidad.
En el mundo terrestre, a un nivel incluso inferior al de las cosas materiales, se encuentran las imágenes que solo son copias imperfectas de cosas. Platón, en principio, menosprecia a los creadores de sombras, tal como poetas, pintores, escultores, comediógrafos y dramaturgos, o los sofistas, pues su actividad les sitúa en lo más profundo de la caverna.
La verdadera realidad, el mundo de las ideas, está también jerarquizada. Las entidades matemáticas, números y figuras geométricas, son objeto de investigación racional y ya pertenecen al mundo celeste. En la cima se encuentran las ideas, formas o esencias de las cosas, verdadero ser de todo lo demás, que existe sólo por participación o imitación de ellas. Y entre las ideas, la cima que las fundamenta es la suprema idea de Bien o sol de las ideas, origen de la “luz” que da vida y ser a toda la realidad.
En síntesis, Platón mantiene un dualismo óntico jerarquizado: el mundo de las cosas que contiene imágenes y cosas materiales, frente al superior y celeste mundo de las ideas, constituido por entidades matemáticas e ideas, siempre bajo la idea suprema de Bien, Belleza, Uno o Ser según los diferentes diálogos.