A la muerte de Hegel sus discípulos se separan claramente en dos tendencias, según la interpretación y la crítica que realizan de la filosofía hegeliana, dando origen a las denominadas “derecha hegeliana” o viejos hegelianos y a la “izquierda hegeliana” o jóvenes hegelianos.
La obra de Hegel siempre pretendió hacer frente a los problemas de su tiempo, época de revoluciones y de profundos cambios sociales. Los problemas religiosos, políticos y sociales de su época están también en la obra de Hegel. Pero su pretensión de síntesis total, la dialéctica aplicada al interior de su pensamiento y la utilización de una terminología sumamente abstracta dan a muchos aspectos de la obra de Hegel una gran ambigüedad.
La división entre hegelianos de derecha y de izquierda se debió ante todo a la interpretación, valoración y desarrollo de la posición de Hegel respecto a los problemas religiosos y teológicos. El sistema hegeliano dejaba un ancho hueco para discutir su relación con el teísmo cristiano. La derecha hegeliana interpretó a Hegel en un sentido más o menos compatible con el cristianismo, mientras que la izquierda pasó de una interpretación panteísta al ateísmo. La izquierda llegó a ser mucho más importante históricamente que la derecha.
Los viejos hegelianos o derecha hegeliana interpretó la filosofía de Hegel como una justificación racional del cristianismo. Su esfera de influencia se extendió casi exclusivamente al campo teológico. Son un grupo de profesores de teología y de pastores luteranos que utilizan el método dialéctico y las teorías hegelianas al servicio de la teología protestante. En el campo político son conservadores: aceptan sin crítica ni oposición la situación alemana del momento, una monarquía tradicional.
Los jóvenes hegelianos o izquierda hegeliana presentan un pensamiento mucho más crítico y radical. El punto central de su interpretación y crítica a Hegel es la religión. Consideran que la filosofía de Hegel ha superado a la religión tradicional. Sus principales representantes son:
- Bruno Bauer que fue guía y amigo de Marx durante la época universitaria de éste. Era profesor de teología y en nombre del progreso dialéctico hegeliano postuló una “filosofía crítica” que defiende la conversión de la religión en un asunto privado totalmente independiente del Estado y la emancipación de la conciencia superando y luchando contra la conciencia religiosa. Por estas ideas antirreligiosas fue expulsado de la universidad. Como consecuencia de este hecho, se cerró para Marx cualquier expectativa profesional de acceder a la docencia universitaria. Marx criticará y ridiculizará sus obras, La cuestión judía por ejemplo, y su pensamiento en La sagrada familia y en La ideología alemana, esta última objeto de nuestro comentario.
- David Strauss es autor de una famosa Vida de Jesús. Concibe la disolución del cristianismo como desarrollo del pensamiento de Hegel e interpreta las narraciones evangélicas como mitos en sentido hegeliano.
- Ludwig Feuerbach cursó estudios de teología protestante dedicándose posteriormente a la filosofía, tras seguir los cursos de Hegel. Es autor de varias obras de contenido religioso-filosófico de las cuales la más conocida es La esencia del cristianismo. Interpreta la religión como una alineación del hombre y defiende como solución un ateísmo humanista.
- Arnold Ruge compartía la creencia de Hegel del hecho de que la historia es un progreso hacia la realización de la libertad y que la libertad se halla en el Estado por ser creación de la voluntad general. Desarrolla una actividad francamente revolucionaria en la que coincide con Marx, con el que colaboró en su actividad periodística, pero pronto rompen sus relaciones y acaban enfrentados. A Ruge, desde lo que él llama humanismo integral, le parece unilateral la explicación económica de Marx y se negó a seguirle por el camino del comunismo.
- Max Stirner, autor de El individuo y su propiedad, afirma que el yo individual, único y libre es el sustituto de todas las abstracciones filosóficas presentes en la filosofía de Hegel y de la izquierda hegeliana. Su filosofía “egoísta” se enfrenta a Dios, al Estado, a las leyes morales universales, al socialismo, etc., en defensa del individuo único y libre.
Durante sus estudios en Berlín, Marx se asoció a los jóvenes hegelianos, miembros del llamado “Club de doctores”, entablando gran amistad con Bruno Bauer. Pero pronto dejaron de satisfacerle las ideas y la actitud puramente teórica de los hegelianos de izquierda, y su insatisfacción se acentuó cuando, como redactor y director de la Gaceta Renana, entró en contacto directo con problemas de tipo político, social y económico. Este enfrentamiento se plasma sobre todo en sus obras La sagrada familia y La ideología alemana, en las que critica y ridiculiza a sus antiguos compañeros de la izquierda hegeliana. Marx comienza el texto, objeto de nuestro comentario, de La filosofía alemana enfrentándose a los jóvenes hegelianos y acusándoles de seguir obsesionados con Hegel, a quien no han superado, y con el problema religioso. Según Marx, siguen siendo filósofos idealistas pues no han superado el ámbito de la conciencia y de sus productos. Combaten con y contra ideas y, en definitiva, todos sus esfuerzos consisten en cambiar unas frases por otras. No se han percatado de que la cultura es un reflejo de la economía y de que la inversión de la superestructura cultural e ideológica será consecuencia de la revolución de la infraestructura económica.