El texto de Locke afirma que todos los seres humanos poseen la ley natural y el poder de ejecutarla. Igualmente manifiesta que los seres humanos autorizan a la sociedad a hacer leyes, según convenga al bien público. Estas ideas son rechazadas con acritud por Nietzsche pues:
- Los seres humanos no son iguales ni en la naturaleza, ni en la sociedad. No hay leyes ni derechos naturales comunes para todos. La vida se manifiesta y expande en los fuertes; a los débiles no les queda más remedio que someterse y asumir su papel de víctimas.
- No existe una ley natural necesaria e inmutable. La realidad es vida o voluntad de poder, y se encuentra en continuo cambio y evolución. La pretensión de que algo sea inmutable no es más que una fantasía propia de seres débiles, surgida del rencor y de la envidia hacia los fuertes.
- La pretensión de tener un juez y unos derechos, ya que todos somos iguales ante la ley y el considerar la propia vida, la libertad o la propiedad como derechos humanos inalienables, no son más que recursos falsos e infundados a los que recurren los débiles o esclavos para escapar del sometimiento a la voluntad de los señores o de los fuertes. La vida, entendida como irracional voluntad de poder, supone que los fuertes imponen su voluntad y dominio sobre los débiles, víctimas necesarias sacrificadas al desarrollo de la vida.
- La evolución humana llevará necesariamente a la aparición del “superhombre”, creador de valores y de normas a las que deberán someterse los demás.
Para Nietzsche, al contrario que Locke, no hay ley natural, ni derechos humanos, ni igualdad ni justicia. La vida es evolución, lucha e imposición de la voluntad de los fuertes sobre los débiles.